Hidratación y cuidado
Conocer nuestro tipo de piel es fundamental para poder hidratarla con los productos y tratamientos de cosmética más acorde según sus necesidades. A continuación, te explicamos los tipos de pieles más habituales para que puedas conocer y determinar cuál es exactamente la tuya.
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¿Qué tipo de piel tienes?
Conocer nuestro tipo de piel es fundamental para poder hidratarla con los productos y tratamientos de cosmética más acorde según sus necesidades. A continuación, te explicamos los tipos de pieles más habituales para que puedas conocer y determinar cuál es exactamente la tuya.
Piel atópica
Es un tipo de afección muy común entre los niños. Se caracteriza por los picores, inflamación y sequedad que se produce en la piel. También puede llegar a provocar cierta irritación, por lo que es necesario tratarla y cuidarla con tratamientos de hidratación específicos.
Piel madura
Cuando hablamos de piel madura nos referimos a la dermis a partir de los 35 años. A partir de este momento las células comienzan a ralentizarse mucho más y muestran sus efectos más rápidamente. Requieren de un cuidado y un tipo de cremas especiales para poder combatir el paso del tiempo, las arrugas y las marcas visibles.
Piel muy seca y xerosis
Se conoce también bajo el nombre de xerosis. Es necesario aplicar cantidades abundantes de protector solar y tratamientos de hidratación para recuperar la piel.
Piel normal y neutra
Es una combinación de la piel grasa y seca, ya que dependiendo de la zona del rostro y del cuerpo varía. Algunas zonas presentan poros más visibles. Hidrata la dermis con productos oil free y no comedogénicos.
Piel seca
Se caracteriza por ser una piel tirante, muy áspera y con los poros poco visibles. Si es tu caso, es necesario que apliques limpiadores suaves y una constante hidratación con productos que incorporan colágeno, aloe vera, vitaminas y ácido hialurónico.
Piel sensible
Podrás reconocerla fácilmente por su enrojecimiento, descamación y sequedad. Elige cosméticos con fórmulas muy suaves e ingredientes 100% naturales como el té verde, el ácido láctico o el aloe vera.